jueves, 25 de abril de 2013

Son eternos los valores que supimos conseguir?

Tiempo sin escribir.
Vemos como se empieza a desmadrar esto, y aun nos juntemos un millón parece que el peso no lo sienten.
Hay como un silencio incómodo intermediando éstas posiciones, casi comparable al que precede una mítica guerra.
Pareciera que el avance en esta era tan comunicacional nos sentó mal, pero echarle la culpa a lo que supone un progreso es querer  culpar a la herramienta y no a la mano que la usa. Un martillo sirve, bien usado, para construir, pero con las intenciones equivocadas puede matar.
Entonces podemos suponer que no estábamos preparados para estos cambios. Nos volvimos expertos en usar mal las redes sociales, y no es ignorancia, lo hacemos con toda la intención.
Todos estos avances nos permitieron flexibilizar los límites con las autoridades, las vulgarizaron. Y cayeron en esta situación de pérdida de la posición de autoridad, sumándose también la facilidad que se tiene de faltar el respeto a un dirigente que pasa a ser "casi uno de nosotros". El ejemplo puede ser el de un padre que se vuelve un amigo de su hijo y éste no sabe entender esa flexibilización y quizás por falta de rigor en su educación o por cuestiones externas que influyan en su formación, tiende a faltar el respeto mucho mas fácilmente que si el padre mantuviera una posición mas distante, marcando una diferencia en los roles.
Maquiavelo plantea que es preferible ser temido que amado, yo le agregaría que frente a este desdibujamiento de los límites es preferible ser moderadamente inaccesible a ser accesible, aunque se corre el riesgo de parecer impertinente.
Igualmente esto ya es una rueda que está girando hace tiempo y no hay como pararla.
Los políticos ganaron popularidad a costa de perder autoridad, recordaran cuando Cristina Fernández fue a La Plata luego de las inundaciones, la gente a su alrededor le gritaba cosas que hace unos años atrás nadie se hubiera atrevido, literalmente querían echarla de ahí.
Se utilizan las redes sociales para decirle expresamente a cada uno que no nos gustan, que no los apoyamos, les faltamos el respeto, pero esto no queda ahí, ellos "bajan" al pueblo para desde la "igualdad" discutir, incluso pelear y hasta faltar el respeto y protagonizar episodios bochornosos.
Hay un ida y vuelta, los gobernantes también devuelven la falta de respeto con la que se los trata, y traspasamos ya los roles de gobernador y gobernado, se pierde el status de persona directamente. Es discutible que el hecho de que la persona común venga acumulando bronca lo autorice o no a increpar a la autoridad, pero termina siendo totalmente cierto que ambas personas se rebajan a pasar por encima de los valores éticos y morales suyos y de la otra persona, finalmente entonces perdemos el respeto por el otro, y al hacerlo nos desconocemos como ser humano y lógico.
La solución va a venir de la mano de la concordancia y del diálogo, entendiendo por diálogo lo que es, hablar para hacer entender y callar para escuchar y reflexionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario